lunes, 23 de marzo de 2020

Te encuentro
en una cajita de cristal
tu piel tan delicada y fría
Un baño todo blanco. Perfumado
con los laureles de verte mojada
y peinarte
La bañera llena, sos una sirena en mi casa
te regalaría todos los jazmines de mi patio para que te los trences con tus escamas
Te besaría cada recoveco
Vos, tranquila
me acomodo entre la luz y la sombra que hace tu pelo sobre tu cadera derecha cuando le
pega la luz de la mañana. Me armo una choza dulce y blanda en la humedad de tu piel
tan suave
viviría metida entre tus poros tus huecos los iluminaría uno por uno
La lluvia te despierta en mi cama
sos una diosa del barro
me teletransportás
serpenteante
al corazón de la selva
Te movés, africana
me desencadenás el aliento
y me desespero por apretar el contorno de tu cuerpo
Podría escribir un relato infinito sobre las se sensaciones que me provocás
Tus senos meceándose
Tus manos sudadas
Tu lengua agotada
Como en cámara lenta te veo jadear. Sos libre
Si estás arriba y te tomo por ese espacio lateral donde la cadera se transforma
Me pierdo en el suave lodo, se mimetiza mi lengua como algodón entre tu carne
Serías una sirena de barro como una santa
Y yo te llevaría mis plegarias
Quiero sentir el deseo, desenredar el placer, entender la composición química de todo eso
que llaman coger
Todos los días te rezaría susurrándote y besando tus manos
Te regalaría un montón de espejitos
para que uses cual bijouteria y te puedas observar desde todos los ángulos como puedo yo
deleitarme en el imperial desenlace de tus movimientos

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